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ENSAYO | DEBATE CULTURAL

EL MAPA DE LA INDUSTRIA EN TORNO AL LENGUAJE MUSICAL

En este ensayo, publicado en los “Cuadernos por una nueva Independencia” del Ministerio de Cultura de la Nación, estos dos importantes referentes de la producción y la curaduría de la música popular argentina –Diego Zapico y Javier Tenenbaum- nos entregan una reflexión, a modo de pie para el debate y la reflexión, sobre el estado de la industria cultural.


Por Javier Tenenbaum y Diego Zapico | Buenos Aires | Argentina | pensamos@puracultura.com.ar

Pensamos cultura ar

Los formidables cambios sociales y políticos que venían sucediéndose desde el siglo XVII en Inglaterra, cuando la industrialización se hizo evidente en los métodos de producción, comenzaron a expresarse también en el terreno artístico a fines del XIX.

En este contexto la música no sólo no fue ajena al proceso de tecnificación creciente en las sociedades industriales, sino que se vio afectada por estos progresos tecnológicos; al punto de constituirse en una de las piedras fundacionales de lo que luego se llamaría Industria Cultural. Su lenguaje directo e instantáneo reflejó, de una manera masiva, aún antes que el cine (recordemos que el fonógrafo fue patentado por Edison en 1877, mientras que el cinematógrafo de los hermanos Lumière llegó en 1895) distintas y variadas identidades, emociones, paisajes, sentimientos, idearios políticos y, sobre todo, una profunda sensibilidad interpretativa que será inseparable de toda la cultura popular.

No es casual que las primeras películas sonoras que registra la historia del cine, en su mayoría, hayan sido films musicales. Basta con mencionar a “The jazz singer” (Estados Unidos, 1927); considerada como precursora en la asociación de sonido e imagen o, en nuestro país, a “Tango”, estrenada en 1933.

Como en estos incipientes escenarios de la industria que acabamos de mencionar, una vez más los adelantos tecnológicos están provocando movimientos económicos y una nueva situación generadora de cambios sociales que afectan a los procesos culturales. Tanto es así que puede observarse un desplazamiento de los ejes del negocio de la cultura y el entretenimiento. No es extraño que sea la música popular la que mejor refleja estas circunstancias.

La música como lenguaje, ya convertida en industria, nos presentará las diversas historias que atraviesan a los propios textos de los autores, a los paisajes sonoros de las melodías y a las armonías que hilvanan los compositores. Pero también, al mismo tiempo y desde otro plano, nos hablará sobre contextos historiográficos precisos; sobre la confluencia de diversas tradiciones; sobre el surgimiento de nuevas identidades y, por qué no, de situaciones específicas respecto a las circunstancias políticas, en un contexto determinado. Es decir que en su lenguaje estético (y en la conformación de éste en términos de influencias, tendencias o modas) hay una convergencia de distintas lecturas; más allá de la musical propiamente dicha.

En este sentido nuestro país presenta una enorme riqueza para el análisis. Desde el ángulo estrictamente artístico ningún sumario de la música del siglo XX, que se defina como global y profundo, podría omitir nombres como los de Alberto Ginastera, Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa  o Carlos Gardel; solo por mencionar algunos. Si bien todos forman parte de la cultura musical argentina -y son enormemente talentosos-, es mucho lo que podemos decir sobre las corrientes estéticas que encarnan.

Es aquí donde podemos pensar en escuelas, tradiciones y rupturas, en los contextos regionales de un país muy diverso, geográfica y culturalmente. Es aquí donde plantear los espacios en los que estas realidades se encuentran, enriqueciéndose unas a otras: la frontera entre lo académico y lo popular; la conformación del nacionalismo musical argentino; lo rural y lo urbano, en el ámbito de la música popular; la influencia europea; la tradición criolla y la presencia en nuestras músicas regionales de una enorme diversidad cultural de los pueblos originarios.

Quizás sin la misma visibilidad internacional, pero con una enorme importancia en el contexto musical latinoamericano, podemos citar también dos grandes movimientos culturales argentinos. El que fuera denominadoMovimiento del Nuevo Cancionero y la construcción de una nueva cancionística urbana, que se dio en llamar a nivel del mercado como Rock Nacional. Es interesante estudiar la contextualización político-cultural de ambas expresiones y cuáles son los derivados de esa influencia en la actualidad. Por otra parte: ¿qué podemos decir sobre el Folclore, o respecto a lo que Raúl Carnota siempre prefirió llamar “Música Criolla Argentina”? ¿Y sobre el Rock Argentino? Nuevamente estamos preguntándonos, en todos los casos, sobre cuestiones relativas a la identidad, las tradiciones y las rupturas.

 

Baile y cultura popular

A la hora de establecer un análisis sobre la música popular es común escindir su relación con el baile: creemos que esto es un gran error. Los ‘discursos’ de la música popular que están vivos son narrados también (y quizás primero) a través del baile. Existen numerosos ejemplos de esta afirmación en nuestra historia musical. Uno de ellos es la cultura de los populares bailes de Carnaval en todo el país, donde solían converger distintos estilos; como la orquesta típica de tango, la de jazz o los grupos folclóricos.

Podemos preguntar aquí, y como disparador de ideas: ¿qué es lo que está pasando con el baile popular a nivel nacional?; ¿cuáles son las realidades en las distintas regiones del país?; ¿cuáles son las distintas lecturas sobre el baile del chamamé en el NEA argentino?; ¿qué importancia siguen teniendo los Carnavales, desde su concepción ritual, en la zona del NOA?; ¿y la zamba; ¿y la chacarera?; ¿qué podemos decir del tango?, si bien ahora evocativo y estático: ¿existen las milongas más allá de Buenos Aires?

 

Tecnología, Mercado y Difusión

La irrupción de internet como sujeto nuevo dentro de la lógica del mercado ha abierto posibilidades impensadas a ciertos contenidos culturales en general, y musicales en particular, en lo que se refiere a la accesibilidad de los mismos.

De igual modo que citamos a la música grabada como uno de los instantes fundantes de las Industrias Culturalesdel siglo XX, la revolución tecnológica en el tercer milenio, respecto a ciertos nuevos paradigmas en el acceso a los contenidos, también tiene a la música como actor protagonista del sector.

Nuevamente son los primeros contenidos que se empiezan a compartir en formatos comprimidos, poniendo en jaque al esquema tradicional de distribución y, a su vez, es esta industria la que inaugura la posibilidad de pensar los primeros formatos -o sistemas posibles de circulación- dentro de mínimos esquemas de rentabilidad que garanticen su supervivencia y reproducción.

Ahora, este original esquema de accesibilidad, ¿qué nuevos desafíos nos plantea? ¿Es real la horizontalidad de acceso que, en apariencia, parece mostrar? Finalmente: ¿cuál es el nuevo esquema de concentración en este entorno y quiénes son los actores que recientemente se incorporan a él? ¿Es una herramienta posible para la democratización en el acceso a los contenidos musicales? ¿Qué lectura podemos hacer, en este contexto, del corte entre cultura hegemónica dominante y contra hegemónica?

Para concluir, el entorno de subjetividad cultural en el que se forman los gustos y tendencias contemporáneas está centrado en los medios masivos de comunicación. Es preciso desentrañar la realidad actual en el campo de la música; también demandar la diversidad necesaria que estos medios deberían contemplar, dentro de los contenidos a difundir, según la nueva Ley de Medios de Servicios Audiovisuales (hoy sin aplicación). Teniendo en cuenta estos aspectos, cabe preguntarnos: ¿cuáles son los espacios posibles de visibilidad para las expresiones regionales?, ¿qué rol pueden cumplir las políticas públicas (nacionales, provinciales, municipales) para garantizar esta presencia?

De este modo abrimos la posibilidad a diversos interrogantes para comenzar a esbozar algunas respuestas que nos permitan consolidar, clarificar y enriquecer el actual panorama de nuestra industria musical.


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*Javier Tenenbaum. Es productor musical y director de Los Años Luz Discos, que fundó en 1999 (desde el 2000 en sociedad con Nani Monner Sans). Fue socio de la disquería El Atril -una de las cuevas más prestigiosas y luego de la disquería en la mítica Librería Gandhi-. Los Años Luz, tiene en su catálogo artistas como Lerner-Moguilevsky, Fernando Samalea, Axel Krygier, Kevin Johansen, Liliana Felipe, Lisandro Aristimuño, Santiago Vázquez, Mulam, Carmen Baliero, Ramiro Musotto, Lucas Martí, Los Núñez y Ramón Ayala; entre muchos más. Con el subsello Punto Uy edita a músicos uruguayos como Trío Fattoruso (en vivo), el legendario Gustavo "Príncipe" Pena, Martín Buscaglia, Dani Umpi, Mariana Lucía; entre más. Ha licenciado a algunos artistas en el extranjero (entre ellos, Johansen, Krygier, Samalea y Lerner-Moguilevsky) a países como los Estados Unidos, Japón, España y Alemania. Como productor artístico ha estado nominado a los Grammy Awards por el disco de Kevin Johansen “Sur o no sur”. Y, con su sello ha ganado Premios Gardel en varias categorías. Fue productor musical del programa de tv Canal K y de varios programas de radio, entre ellos La escoba (con guiones del prestigioso escritor y guionista Alberto Muñoz). Ha participado como jurado y conferencista en numerosos encuentros y foros nacionales e internacionales. Como asesor en la Secretaría de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional (Ministerio de Cultura de la Nación) realizó importantes trabajos de rescate musical, como el libro-disco de músico boliviano Felipe Rivera; junto al sociólogo Radek Sánchez Patzy o el poema épico de Ramón Ayala: “Las trincheras ardientes del Paraguay”. Es miembro titular de la Comisión Directiva de CAPIF (Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica).

*Diego Zapico. Es productor musical y director de Acqua Records. En 1992 comenzó a trabajar en la industria discográfica y en el 97 fundó el sello Acqua Records, que produjo, entre otros artistas a Adrián Iaies, Paquito D´Rivera, Aldo Antognazzi, Raúl Carnota, Alejandro del Prado y Alfredo Tape Rubín, entre otros. Los trabajos editados por el sello fueron nominados para los Latin Grammys en ocho oportunidades, ganaron un Latin Grammy en 2007. En la escena local los artistas del sello y sus discos han ganado 16 Premios Gardel. Brinda talleres y conferencias sobre la industria de la música. Es miembro titular de la Comisión Directiva de CAPIF (Cámara Argentina de Productores de la Industria Fonográfica).

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Editora PENSAMOS CULTURA | Patricia Slukich.
Imagen artículo | Recital de Lisandro Aristimuño | Mendoza | Mayo 2010.
Foto | PURACULTURA®


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