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CRÓNICA | EL AMOR Y EL DELITO

MEMORIAS DE UNA MULA RUSA

Rolando López, uno de los más importantes y reconocidos cronistas de Mendoza, nos convida aquí con una historia de amor, drogas, y cárceles. Este texto forma parte de uno de los libros que publicó: “Textos de periodismo para no morir en el bostezo”, de Editorial Diógenes. Un triste relato de desarraigo, soledad y desengaños.


ROLANDO LÓPEZ | MENDOZA | pensamos@puracultura.com.ar

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Se llama Brezhhneva Zhanna y el 11 de marzo de 2008 fue condenada por el Tribunal Oral Dos de la Justicia Federal de Mendoza a cuatro años y seis meses de prisión (en la actualidad ya cumplidos, no sabemos su destino) por los delitos de “tenencia de estupefacientes” y “tráfico internacional”. La detuvieron con la droga en el aeropuerto Francisco Gabrielli el 24 de junio de 2006.

Es una prisionera joven: tiene 23 años (escribe Rolando López en su crónica publicada en su libro “Textos de periodismo para no morir en el bostezo”, en el 2009). Pero cuando cayó en Mendoza con dos kilos cien de cocaína era más joven: tenía 21. Nació en Moscú y estaba detenida en medio de una zona ganada por los basurales, en la cárcel de mujeres de El Borbollón.

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Mide uno ochenta y tiene porte de modelo de alta costura: “Lo fui desde los 14 años”, añade con un desliz de orgullo. Viste una remera roja con mangas blancas y un pantalón de jeans que se deja colgar con estilo desde sus caderas que son más bien huesudas. Usa unas caras zapatillas Nike de color rojo y, ¿qué creen?, hacen juego con el rojo de la remera. Es estilizada desde su cara -blanca, longilínea, de rasgos delicados-, pasando por sus manos que se prolongan aún más con unas larguísimas uñas pintadas de negro. Tiene las piernas largas y cuando las cruza debe hacerse para atrás en la silla: si no voltearía la mesa durante la entrevista. Su cabello es rubio y liviano y sus ojos celestes -a veces llenos de expresión y otras veces como de vidrio- la colocan en la trillada categoría de muñeca. Muñeca rusa.

Como lleva casi dos años presa, en pocos meses comenzará con los beneficios. Entonces podrá salir a caminar las calles de Mendoza que no conoce porque apenas estuvo dos días libre acá. “Creo que me voy a quedar a vivir en esta provincia”, le ha dicho a su abogado. “No creo que vuelva a Rusia”, soltó en la entrevista.

 

Mujeres

En la cárcel de El Borbollón, Brezhhneva Zhanna no es de las presas más queridas. “Es una mosquita muerta”, apunta una de las guardiacárceles. “Dice que era modelo pero acá tenemos a una de Lituania que es mucho más linda que ella”, colabora otra. Dicen que cuando le conviene se hace la que no entiende el español, “pero lo entiende a la perfección. Dice que le dieron muchos años en la condena; bueno, lo hubiera pensado antes de hacer lo que hizo”.

Implacables, las mujeres de la cárcel le endilgan un romance con un abogado que la visita periódicamente. “Está de novia con él, el otro día apareció con un anillo como de compromiso. Después vimos que el abogado en cuestión lleva uno igual al de ella”, sueltan las mujeres del penal.

- Hola, Brezhhneva, ¿cómo fue que cayó detenida?

- ¡Uff! Es largo, ¿tiene tiempo?

- Sí.

- Fue por amor. A ver… Yo en Moscú estaba de novia con un nigeriano. Llevaba seis meses con él. Él era ilegal en Rusia y yo tenía una amiga rusa que también tenía un novio negro. Un día me dijo que como ambos eran negros se podían hacer amigos. Y se hicieron amigos los dos negros. No voy a decir cómo se llamaba mi novio pero al de mi amiga le decían Prince. Un día mi amiga me dijo que Prince tenía dos tíckets para viajar y que podríamos viajar juntas. En ese momento no sabía qué destino tenían los pasajes. Y me explicó que era todo gratis porque ella trabajaba en una empresa de turismo con lo que, además, me podía hacer el pasaporte y la visa para salir de Rusia.

La red de la que al parecer la chica rusa no estaba al tanto, estaba siendo investigada a dúo por las policías de Narcóticos de Rusia y la Federal Argentina. En el expediente hay cruces de llamadas telefónicas que a la postre jugarían en contra de ella.

Se ha producido para la entrevista. Pero no quiere fotos. “Ya me sacaron en el juicio y sin mi consentimiento. Creo que les haré juicio”, advierte. “A mí me gustan las fotos de modelo; no las de presa”.

- Una buena amiga la suya, le ofrecía todo gratis…

- Sí. El tema es que pasaba el tiempo y mi amiga no me decía dónde íbamos a ir. Una vez, mi novio nigeriano me dijo que en ese viaje “tenía que hacer algo por él”. Y que el viaje sería a Sudamérica. Días después, mi amiga me contó que no podía viajar pero que estaba mi pasaje, que no lo desaprovechara. Y que el destino era Argentina, de donde tenía que traer algo, como una encomienda. Yo sólo conocía Argentina por las telenovelas que daban en Rusia, como “Antonella”, que protagonizaba Andrea del Boca. Prince y mi amiga me dijeron que allá me iba a conectar con un argentino al que llamaban Erickson.

- Entonces viajó sola…

- Sí. Hice Moscú-Madrid-Santiago de Chile- Mendoza. Llegué y fui a un hotel, y de pronto sonó el teléfono en mi habitación: era Erickson. Me dijo que tenía un tícket reservado para que viajara a Buenos Aires al otro día y eso hice. Al llegar a Buenos Aires me fui al hotel donde me esperaba Erickson. Allí nos encontramos, pero en lugar de quedarnos en el hotel me llevó a su departamento. Yo no quería porque tenía miedo. “No te hagas problema, no te voy a violar”, me dijo.

- Y estuvo con Erickson tres días en Buenos Aires, según declaró en el juicio.

- Sí. No sé por qué, pero no me dejaba salir de día. Él se iba y me dejaba encerrada con llave en el departamento: sólo me permitía ver televisión. Cuando yo le preguntaba, me decía que era porque había mucho crimen en Buenos Aires y que como yo era linda afuera corría peligro. Sólo salíamos de noche. A mí, como a todos los rusos, me gusta beber. Y bebía mucho vino con él. Me emborraché las tres noches que estuve allí”.

Brezhhneva Zhanna es hija única. Su padre murió y, dice, que su madre enseguida consiguió una nueva pareja. “No me llevaba bien con ese hombre”. En Moscú la chica que ahora es una interna de la cárcel de mujeres de El Borbollón, asegura que estudiaba Lingüística: “para saber hablar los cinco idiomas de la Unión Europea: español, francés, italiano, inglés y alemán”.

- ¿Y cuándo regresó a Mendoza?

- Al tercer día. La noche anterior, como dije, me había emborrachado. Y dormí hasta las dos de la tarde. Luego me metí al baño a darme una ducha y Erickson me gritó desde afuera que él mismo me haría la valija porque mi vuelo salía a la tarde, desde Aeroparque a Mendoza. En ese momento, creo, fue que me metió la droga en la valija.

- Es increíble que no notara algo raro en todo eso.

- Lo notaba. Yo sabía que estaba metida en algo malo. Pero no sabía qué era. Podía ser heroína, cocaína, armas, papeles importantes… Pero como me iban a pagar cuatro mil dólares al llegar a París y allí me iba a encontrar con mi novio, no hacía demasiadas preguntas.

“Acá no se tiene amigas. Trato de no meterme en problemas, pero se puede decir que no se hacen amigas en la cárcel”, cuenta la rusa condenada. “Ni bien llegué tuve muchos problemas. No entendía los códigos tumberos. Y me golpearon dos veces: una vez me mandaron a la enfermería; fue cuando me hicieron esta marca”, explica al tiempo que muestra con tristeza la única imperfección en su rostro: una pequeña cicatriz que se acomoda en la parte superior de su ceja izquierda. “Después entendí que acá no hay que pelearse”, culmina.

“En verdad no hay nada que me guste acá. Es una cárcel”, cuenta para responder si hay algo positivo para rescatar de su experiencia carcelaria. “Pero hay algo que me molesta más que otras cosas: es que acá (las internas) son muy comunistas”, dice la moscovita que nació poco antes de que el comunismo desapareciera. “Son comunistas porque tu traes ‘tu’ -remarca el tu- shampoo, ‘tu’ crema de enjuague, ‘tu’ colonia y te ves obligada a compartir todo con las demás. No me parece; me parece que cada uno es dueño de sus cosas. Yo no le pido nada a nadie”.

En su pabellón Brezhhneva Zhanna comparte la celda con una mujer mayor. “Con ella no tenemos problemas; pero tampoco se puede decir que seamos amigas”, termina de manera tajante.

- Entonces se tomó el avión de Buenos Aires y volvió a Mendoza.

- Sí, ya tenía el pasaje para embarcar a Europa al otro día. En Aeroparque, Erickson me obligó a que encintara mi maleta. Me dio 600 dólares y plata argentina para taxis y el hotel y todo eso. Llegué a Mendoza y me fui a un hotel, y al otro día, a las nueve de la mañana estaba en el aeropuerto de Mendoza con mi maleta -a la que notaba muy pesada- para salir rumbo a Chile.

- Y la detuvieron.

- Sí. Puse la maleta en la cinta y un hombre me tocó el hombro: “Señorita, me va a tener que acompañar”, me dijo al tiempo que me mostraba una credencial de policía. Yo estaba muy nerviosa porque, como le dije, sabía que estaba en algo malo, pero me enteré de todo cuando abrieron la valija y vi, por primera vez en mi vida, cocaína. La droga estaba envuelta en un paquete de sábanas nuevas: creo que las puso Erickson porque esas sábanas no eran mías.

- Mal momento.

- Sí. Vino la traductora y me explicó que todo eso era un gran delito. Que me iban a detener. Y eso hicieron. Me llevaron unos días a los calabozos de los tribunales Federales y el 28 de junio me enviaron a esta cárcel que es donde vivo desde entonces. Como dije, estoy presa por amor. Quería ese dinero para empezar una nueva vida con mi novio en París. Pero salió mal. ¿No?

 

¿Qué fue de todos?

Prince. Fue detenido en Rusia, acusado de pertenecer a una banda de narcos que transportaba droga de Sudamérica a Europa.

Novio nigeriano. La llamó una vez que quedó detenida y se lamentó. “Luego cambió el chip de su celular y no me pude comunicar más. No sé qué es de su vida”.

Erickson. No hay registros de qué fue de él. Era, teóricamente, el contacto en Buenos Aires de la red.

Amiga rusa. No se pudo comunicar más porque también cambió el chip del celular.

Detectives de la Embajada Rusa: Vinieron dos veces a verla: una vez cuando cayó detenida, “y me pidieron información para la investigación que ellos hacían y la otra para cuando había elecciones en Rusia ya que yo podía votar. Después no los vi más”.

Madre. Es la única con quien habla por teléfono desde el penal. “Ella no me puede venir a visitar porque no tiene dinero”. La madre de Brezhhneva Zhanna se enteró de la detención de su hija por medio de Interpol. Ella nunca se lo comunicó por teléfono.

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* Rolando López. Nació en Mendoza en 1967. Es editor de Policiales del diario Los Andes. Ha disertado en algunas facultades de periodismo acerca de su forma de abordar la crónica. Como ghost-writer escribió una biografía a pedido y luego le siguieron cuatro más. Es autor de “Partes diarios” (2000), “Entrevista con el bandido” (2006), “Textos de periodismo para no morir en el bostezo” (2009) y de “Canelo. El perro que esperó a su dueño durante 12 años”. López viajó a Cádiz, España, y reconstruyó la vida del perro que conmovió al mundo al pasar largas temporadas en la puerta de un hospital. En 2013 fue finalista del Primer Premio de Crónicas La Voluntad, organizado por la editorial Planeta, Anfibia y la Fundación Tomás Eloy Martínez. En 2015, también estuvo entre los seleccionados por el Concurso Federal de Relatos “Héroes. La historia la ganan los que escriben”, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación. Colabora con diveras revistas nacionales como Rumbos, Gabo o Marea. En la actualidad se encuentro inmerso en la escritura de un libro sobre la historia del boxeador mendocino Alejandro Lavorante (de quien en este libro que citamos, “Textos de periodismo….” publicó una nota bajo el título “El lindo que pegaba duro”).

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Editora PENSAMOS CULTURA | Patricia Slukich.
Imagen artículo | Postal.
Foto | PURACULTURA®

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